jueves, 31 de marzo de 2011

Es mi turno.

Cuando naces, sientes que hay mucha gente a tu alrededor que llora de felicidad, pero entre toda esa gente destacan dos personas por encima de todo: tu padre y tu madre. Te portes como te portes y seas como seas, están destinados a quererte y lo harán cada día de su vida como si fuera lo último que hicieran. Cada año que pasa te vas dando cuenta de que sin ellos no llegarías a ser todo lo que eres ahora y comienzas a valorarlos enormemente. Pero puede que llegue un momento en el que la vida, el destino, Dios, o lo que sea decide separarte de uno de los dos por un tiempo. Decides ser egoísta y pensar sólo en tu y te empeñas en que no te puede dejar sólo, que no conseguirás sobrevivir. Al tener una cierta edad comienzas a darle vueltas a las cosas y ésta, ocupa un lugar primordial en tu cabeza. Por fin te das cuenta de que ésto le está haciendo feliz, más de lo que nunca hubieras imaginado, ves que después de muchos años sonríe como un niño con un caramelo en las manos, y ya nada importa, sólo importa su felicidad, la cual ha costado tantas lágrimas y esfuerzo; y por fin todo en tu interior cambia y algo se te vuelve claro: duela lo que duela es su felicidad y tú no eres quien para apagarla con tu egoísmo.
    Mi caso particular es triste pero a la vez sencillo. En apenas dos días mi padre estará cogiendo un avión rumbo a Canarias. Quien lea esto puede pensar: ¡Qué bien, se va para el calorcito! De bien, nada. Estar a 2,300 km aproximadamente de tu padre con 17 años no es precisamente bonito, es más bien, duro. Cumplir tus esperados 18 años y no tener ahí a tu padre para que te tire de las orejas será triste, en resumen; no pasar cada día del año con tu padre y más si te llevas muy bien con él, no tiene nombre. En un principio me negaba a aceptar este suceso, y aún me sigue costando. Me negaba a dejarlo ir, poniendo mi egoísmo en primer plano, pero la vida y las circunstancias te enseñan a establecer prioridades. Yo ya he aprendido ha hacerlo y por eso ahora lo veo todo diferente. Mi prioridad en este momento es ver feliz a mi padre y, sinceramente, es la persona que más se lo merece en el mundo. Ha estado sufriendo durante muchos años para al final conseguir triunfar en la vida cuando ya nadie creía en él. Así que, yo no soy quien para arrebatarle todo ese trabajo y felicidad por mi simple egoísmo. Como dice la frase "hacer de tripas corazón", ahora me toca a mí devolverle todo lo que él me ha dado y aguantar la tristeza de no verlo cada día, para que el por fin sea feliz.

miércoles, 16 de marzo de 2011

¿Por qué no puedo ser yo?

Muchas veces, quizá demasiadas veces me he planteado la siguiente pregunta: ¿Por qué no puedo ser yo?, pero nunca he encontrado una respuesta lo suficientemente razonable como para dejar de plantearla, y estoy convencida de que aunque pasen muchos años seguiré preguntándomelo y seguiré sin encontrar la respuesta a mis dudas. No comprendo porque no puedo ser yo la que tenga lo que otros tienen y que yo tanto deseo. A esta conclusión he llegado a través de una conversación con una gran amiga. Hablábamos, aunque puede resultar infantil para mi edad, de porqué no podíamos tener un novio como un determinado cantante que nos gusta bastante a ambas, o porqué no podíamos irnos a un sitio el cual la gente que vive allí, valora muy poco, o porqué nos pasa siempre lo peor a nosotras. Llegamos a la conclusión de que era el karma o el destino. Personalmente, me decanto por la primera opción, ya que considero que el destino, aunque esté escrito, se puede cambiar cuando se desee, como cuando te equivocas al escribir y pasas tipex por encima. En cambio el karma, no puede ser controlado. Está ahí y no puedes hacer nada para evitar que suceda, sólo esperar a que ocurra. Si actúas bien, el karma se manifestará positivamente, en cambio si actúas negativamente, el karma se manisfestará en tu contra.
   Siempre he sido de las personas que dicen que si algo malo te ocurre en la vida es porque te lo mereces. Quizá hasta el momento no hayas hecho nada malo, pero seguro que en un futuro lo hará y ese karma te está pagando por adelantado. Por eso al 99'9% de las personas le pasa alguna vez en su vida algo malo, ya que no hay nadie tan perfecto como para actuar correctamente cada día de su vida. Hay personas en mi vida que opinan de manera contraria a mi, y no es por querer tener la razón, pero yo sólo les digo que se limiten a observar lo sucedido.
   No sé, si el karma me está pagando por adelantado todo lo malo que voy a hacer en un futuro lejano o cercano (no lo sé), pero sólo se que llegará algún momento en el que la vida, el karma o lo que sea me va a devolver  todo lo que he sufrido y todo lo que sufriré algún día, y espero que ese momento llegue pronto o aunque llegue tarde que por lo menos sea en forma de algo que deseo.